Nota 24 Día 1 Año 714

Todo está demasiado oscuro, me cuesta trabajo respirar, giro la vista y me encuentro los mismos números rojos rebotando en la esquina: media madrugada otra vez. Mis labios no volvieron a sanar jamás, dudo mucho que lo hagan; me he convertido en lo que más temía. Ya ni el silencio lapidario de las madrugadas me consuela, todo está en caída libre hacia la nada.


Me bebo a sorbos una ausencia que quizá no merecía, pero que llevo arrastras por doquier, mientras el tiempo nunca se detuvo ni un segundo a reparar en los momentos rescatables de esta historia. Debo aceptarlo, no quiero ni intento huir, me es imposible. Tan solo deseo rescatarme los ojos, las miradas, los versos…


Esta habitación esta tan muerta, tan vacía, tan impotente. Me resulta insoportable tener que romperme los miedos en la boca o morirme frente a ti cada mañana. Esto es patético… he perdido tantos poemas divagando que seguramente ya tendría una buena antología de poemas inolvidables. ¿Qué más da? ¿A quién le importa realmente?


Me he negado el derecho a ser cualquier cosa y tengo que seguir inventándome una y otra vez; los pretextos ya no alcanzan para el frío que se cuela por debajo de la puerta y las ventanas descompuestas… no sirvió de mucho disfrazar los agujeros que tengo en el alma con cortinas naranja, todo el mundo los conoce o por lo menos mis poetas favoritos, que no se cansan de esperarme impresos en sus libros.


¿Cuánto silencio debo escuchar aun? ¿Cuantos susurros me sorprenderán en madrugadas alucinatorias? La vida no se cansa de seguir, yo no me canso de parar: de quedarme aprisionado en mi propio cubo de vacío y malversación de besos. ¿Para qué cambiar? ¿Por qué debo llenar mi cama de velas encendidas si en los sueños todavía me persiguen los restos de cerdos en algún lugar lejano? Un pueblo que siempre está más allá de cualquier lugar, un pueblo que flota en medio de grandes peñascos y que tiene a Dios por Dios y al cielo negro por cobijas sobre el pasto verde-rojizo -- Aún sigo sin entender si es sangre de besos o de muertos, o de besos muertos -- pero el aire lo puedo recordar muy bien, es el mismo aire que respiro en las mañanas cuando amanezco en sueños junto a ti, abrazados en alguna cabaña en medio del bosque, no muy lejos en distancia pero lejos en mis realidades paralelas o futuras infelicidades.


Por hoy, todo sigue muy oscuro aquí…

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